lunes, 4 de mayo de 2009

Repasando la Historia Argentina I: Yrigoyenismo vs Antipersonalismo

La Unión Cívica Radical


“Sobrio, austero, silencioso, casi podríamos decir enigmático”, así describió el historiador Félix Luna al ex presidente Hipólito Yrigoyen, mientras que Edith Gallo, autora de varios libros sobre el período yrigoyenista lo hace a través de la siguiente declaración: “Era una persona muy peculiar, un líder que no hablaba a las grandes masas, no daba grandes discursos. Era un gran seductor político, la influencia era persona a persona. Ese era su carisma”.
A partir de estas características algunos autores, politólogos e historiadores, escribieron sobre el radicalismo y explicaron la división rotunda de la Unión Cívica Radical (UCR).
“En 1890, cuando empezó el radicalismo, no estaban los partidos políticos modernos conformados. La UCR fue el primero con estructura en todo América Latina, porque para esa época existían solo meras agrupaciones en torno a un líder que se auto postulaba”, explicó Gallo con respecto a los partidos existentes en ese período.
Yrigoyen, el mayor representante del radicalismo y presidente electo en dos oportunidades, afirmó los principios del nacionalismo económico en la Argentina. La base de su política consistía en apoyar el desarrollo de la clase media en relación con los mercados internos y externos. Aquellos sectores que estaban vinculados a los intereses del monopolio extranjero, fueron los que se resistieron a las ideas yrigoyenistas y más tarde provocarían el derrocamiento del líder radical.
“El secreto del radicalismo reside en sus contradicciones, siempre fue al mismo tiempo, revolucionario y legalista, campestre y urbano, plebeyo y patricio. Una fuerza unilateral no se habría encarnado en un país tan facetado como la Argentina”, explicó Rodolfo Terragno, autor de múltiples libros de historia, respecto del partido.
Desde un principio, Yrigoyen ponía en evidencia una cierta hostilidad contra la oligarquía, que se manifestó contra el régimen, y también contra la tradición liberal. Ese antiliberalismo quedó principalmente revelado por el ejerecicio de una extrema autoridad presidencial, que debido a la personalidad vigorosa e insinuante con la que el mandatario exigía a sus partidarios, una fidelidad casi al límite de la sumisión, terminó por constituir un régimen cada vez más centralizado, denominado “personalista”.
Marcelo T. Alvear vs. Hipólito Yrigoyen
En marzo de 1922 la convención nacional del radicalismo, por el voto de sus afiliados y bendecido por su caudillo Hipólito Yrigoyen (finalizado su primer mandato y al no poder ser reelecto), designó la fórmula Marcelo Torcuato de Alvear- Elpidio González para las elecciones nacionales.
Yrigoyen sostenía que Alvear calmaría a las clases altas mientras González lo haría con los radicales del comité. A pesar de su tendencia oligárquica, Alvear podía acreditar ante sus correligionarios que era un radical de pura cepa, participó de la revolución del Parque y fue uno de los primeros diputados que llegaron al Congreso en 1912 donde desempeñó una importante labor parlamentaria.
Yrigoyen pensaba que sus consejos y colaboración le resultarían imprescindibles a Alvear debido a su manejo del aparato partidario.
Por el contrario, Alvear no tardó en distanciarse del ex presidente, conduciendo así a una fractura de la Unión Cívica Radical en 1924, entre yrigoyenistas (o personalistas) y antipersonalistas.
Si bien ésta división produjo que, en los años posteriores un buen número de diputados radicales pasaran del yrigoyenismo al antipersonalismo, no alcanzaba para asegurarle al gobierno alvearista la mayoría parlamentaria, razón por la cual iniciaron acuerdos con otros bloques.
“Con la reunión celebrada ayer por los núcleos de los delegados del comité porteño de la Unión Cívica Radical (UCR), de las fracciones personalistas y antipersonalistas, ha quedado definitivamente ratificada la honda división que existía en la misma”. Así comenzaba el texto publicado en el diario La Nación, el 18 de septiembre de 1924, horas después de que, tras un encuentro en la sede partidaria, cada tendencia constituyera seudos comités y adoptaran diversas resoluciones, concretando la división radical.
La alianza entre los grupos conservadores,
antipersonalistas y socialistas independientes, se solidificó ante el inminente peligro de que volviera Yrigoyen al poder, en las elecciones presidenciales de 1928.
Pese a que el ministro del Interior, Vicente Gallo, presionaba a Alvear para que se decidiera a intervenir Buenos Aires para afectar las posibilidades electorales del yrigoyenismo, éste no se convencía de la necesidad objetiva de tal medida y mucho menos de los argumentos de su ministro del Interior.
Gallo continuó presionando hasta que Alvear envió el asunto al Congreso sin demasiada convicción. Buenos Aires finalmente no fue intervenida y el ministro debió renunciar. Lo sucedió José P. Tamborini.
El 24 de marzo es proclamada la fórmula Hipólito Yrigoyen-Francisco Beiró, que el 1 de abril de 1928 se impuso en las elecciones con 838.583 votos contra 414.026 que obtuvo en Frente Único.

Derrocan a Yrigoyen


El 12 de octubre de 1928, Yrigoyen es escoltado desde su casa a la Casa de Gobierno, según el protocolo, por el oficial de más alta graduación, el general José Félix Uriburu, quien lo iba a derrocar en menos de dos años.
El segundo mandato fue interrumpido, después de que la Unión Cívica Radical gobernara ininterrumpidamente desde 1916.
“No había ningún indicio de lo que podía pasar, lo que sucedió en 1930 fue una dictadura, a sangre y fuego. Se cerraron los partidos políticos y el Congreso. De ahí en delante, se empezaron a suceder los Golpes de Estado hasta que llegó Juan Domingo Perón”, reflexiona Gallo.
Estalló entonces, un movimiento revolucionario en el que resultaron aliados los grupos conservadores, los jefes militares de tendencias similares y los políticos que querían lograr (y lograron) la caída de Yrigoyen.
“Este Golpe tiene olor a petróleo”, esta frase se supo repetir en diversas oportunidades y Daniel de Lucía, profesor de Historia Americana del Instituto Superior Joaquín V. González la explica del siguiente modo: “La frase es de Waldo Frank, un periodista norteamericano que publicó una nota donde decía que el golpe a Yrigoyen tenía que ver con el petróleo, por que la política nacionalista desfavorecía a la Standard Oil y a otras empresas y promovieron el golpe. Esto lo han repetido los historiadores pro-radicales, pero los más modernos no están muy de acuerdo con esto. Hoy por hoy, esta puesto en duda”.
Dos días después del golpe de estado comandado por José Félix Uriburu, Alvear se dirigió al ex presidente de los argentinos, Hipólito Yrigoyen, en una declaración al diario La Razón: “Él que dirigió varias revoluciones, en las que nosotros también participamos, no logró hacer triunfar ninguna. En cambio, ve triunfar la primera que le hacen a él. Más le valiera haber muerto al dejar su primer gobierno, por lo menos hubiera salvado su partido. Ahora, la única fuerza electoral del país está rota, desmoralizada por la acción personal, valga la redundancia, de su personalismo”.
“De esta manera se inició un período que duraría hasta 1947, en el que las ideas y el estilo de Alvear, que se caracterizaban por ser conservadoras y críticas de Yrigoyen, se impusieron de manera rotunda”, explicó Agustín Galli, politólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires. De todas maneras se puede decir que “Alvear encabezaba una línea de derecha dentro del radicalismo, su gobierno tuvo esas características y ahí nació el antipersonalismo, pero después del golpe del 30, los antipersonalistas se fueron para formar la concordancia junto con los conservadores y él se quedó dentro de radicalismo. De hecho, vuelve de Paris para hacerse cargo del partido ya que Yrigoyen estaba enfermo”, sostuvo De Lucía.
Pero había que esperar el fracaso estrepitoso de la dirigencia radical en los sucesos de octubre de 1945 y las elecciones de 1946, para que la nueva ideología intransigente pudiera ser adoptada por la UCR en 1947. Aunque para ese momento, un nuevo factor socio-político había emergido en Argentina: el peronismo.

viernes, 1 de mayo de 2009

Los desconocidos de siempre


El rostro de Diego Trerotola luce extenuado y su cuerpo, retacón y fornido, parece agotar sus últimas fuerzas en cada caminata por los pasillos del populoso shopping Abasto, punto neurálgico del Bafici. Y no es para menos: Con más de 400 películas en 20 salas, participar en la organización del festival de cine independiente de Buenos Aires le causa placer y felicidad, pero le exprime al máximo sus energías.
En la previa, él fue uno de los siete programadores encargados de recorrer muestras y buscar el material audiovisual para luego distribuirlo en las diferentes secciones. Durante la vorágine festivalera, se ocupa de las “relaciones institucionales con dirigentes de otras muestras, directores y productores independientes”.
Entre presentaciones formales con invitados y charlas con sus colegas, este crítico de cine reconoce la delgada línea que separa sus oficios. “Hay una parte que es común, pero tengo que pensar en un sentido amplio. Creo que el Bafici va mas allá de la calidad, no debería mostrar sólo películas buenas sino que tengan también algo interesante, que los espectadores piensen qué es una película, qué es el cine y qué es un festival”.
Con Tony Manero en la competencia internacional, varios largometrajes en las secciones paralelas y una retrospectiva de los documentalistas Bettina Perut e Iván Osnovikoff, la filmografía “revelación” de 2009 parece ser la chilena. Sin embargo, pese a que reconoce que ese cine “mostró sus garras”, el redactor de El Amante mantiene algunos reparos. “Si bien eso es lo más notorio, también hay pequeños focos. Es el año del cine chileno, pero también es el año de dos películas indonesas, que es casi una novedad en el Bafici, con una de ellas en competencia. Hay pequeños y grandes descubrimientos que son importantes por que ambos valen. Quizás son más importantes las dos indonesas que todas las chilenas. Hay que tratar de descubrir e iluminar zonas”.
A la hora del balance artístico, este fanático de las películas de terror ochentosas no duda: “Es muy positivo. Se generaron discusiones, hubo diversidad y más participación y entusiasmo en la gente. Este evento tiene que tener una tensión y abrir debates sobre cultura, estética, cine y políticas públicas; tiene que generar un encuentro de las películas entre sí y con la gente”.
Pero no sólo en materia cinematográfica el saldo es positivo. Este año, el festival inauguró el nuevo Meeting Point en un edificio restaurado a 50 metros del Abasto. Hasta 2008, ese espacio destinado a las actividades periodísticas y protocolares estaba dentro del shopping. “Sin dudas que el Bafici sigue creciendo”, concluye Trerotola antes de excusarse y partir raudamente a la presentación de una película. Son los gajes del oficio.

miércoles, 22 de abril de 2009

La pasión no se mancha



Para darme aires de animador jocoso y simpático, voy a comenzar esta crítica reflotando el espíritu lúdico del lector proponiéndole un juego. El desafío consiste en que imagine una película que narre las relaciones amorosas y pasiones de la tercera edad como un cuentito idealizado en el que la única forma de demostrar el cariño, la ternura y el respeto en la pareja sean con simples caricias o fríos roces de labios, donde después de las seis décadas no haya lugar para el sexo y los placeres carnales sino para la mera compañía que durará hasta que la muerte los separe. Un mundo de encuadres perfectos, de puestas en escenas majestuosas con colores chillones típicos del qualite europeo que permitan el lucimiento de la dama, esbelta y radiante, y del caballero, firme y señorial. Para ambos, la grasa abdominal y la flacidez de las carnes es sólo una quimera. Contémplelos. Están viviendo el ocaso de la vida con la jubilosa e inmaculada sensación de que han hecho de este mundo un lugar mejor. Ahora sienta la música de fondo, los suaves violines que invitan a presuponer un final feliz y a creer que existe un mas allá donde los protagonistas serán felices por los siglos de los siglos; pretenda que son que auténticas las frases trilladas y cursis que escupen los ancianos protagonistas mientras los invade la emoción y las lágrimas chorrean a borbotones. Siéntase dentro de ese pastiche ¿Lo logró? Perfecto, ahora imagine una película diametralmente opuesta a esa y tendrá como resultado a Nunca es tarde para amar.
Cambie a la luminosa y curvilínea anciana por Inge (Ursula Werner), una costurera sesentona, rellena y de grasas caídas, harta de la cotidianeidad, que vive un affaire con Karl (Horst Westphal), un cliente. Invierta los arrumacos y mimos juveniles con su marido Werger (Horst Rehberg) en el cálido lecho hogareño por sexo furibundo y salvaje con su amante en el piso del departamento de este. Suba varios tonos a los susurros de aquel idílico matrimonio hasta que obtenga gemidos y orgasmos dignos de adolescentes seminales. Para Andreas Dresen, uno de los directores más importantes del llamado nuevo cine alemán, la vejez no implica fulgorosos colores sino grises y sombras, blancos y negros. La película tiene una cámara que se inmiscuye, un registro más cercano al documental testimonial que al de ficción, ambientes lúgubres y oscuros donde sólo en el comedor del tercero en discordia y al momento de concretar la infidelidad, la luminosidad toma por asalto la pantalla. Tergiverse esos últimos años de vida rodeado de nietos y joviales caminatas por visitas a geriátricos, largos silencios sólo interrumpidos por el sonido de la cafetera y ejercicios sobre colchonetas para ejercitar las gastadas articulaciones. En esta historia no hay lugar para frases rimbombantes y altisonantes, pero sí para chistes autoconcientes sobre la impotencia, que existe y se sufre (“¿Cómo cogen dos viejos de ochenta años? Ella hace la vertical y él se tira desde arriba”). Imagínese un final angustiante y doloroso, sin romanticismos ni violines, con culpas y en silencio.
Si el lector atendió al desafío, habrá obtenido una película desconcertante que patea el tablero de los lugares comunes y muestra que la pasión y las hormonas no envejecen. Por la temática que toca y por el prejuicio que genera su engañoso título local, Nunca es tarde para amar parecía un juego con otras reglas.

sábado, 18 de abril de 2009

Una nueva era


Las carreras eran monótonas y aburridas. Los sorpasos y emociones, nulas. Los desarrollos tecnológicos y costos, cada año más grandes. Los ratings televisivos y el público en las tribunas, en constante descenso. Con este panorama, en 2006 terminó el reinado del mejor piloto de la era moderna de la Formula 1: Michael Schumacher. Hoy, la situación es radicalmente diferente. Con sólo dos competencias disputadas sobre las 17 pautadas para el 2009, la máxima categoría hizo un brusco rebaje e hizo un giro de 180 grados para renacer entre las cenizas. Los cambios ya son notorios y se está escribiendo un nuevo capitulo en su historia.
A mediados de marzo, cuando restaban dos semanas para el inicio del campeonato en Melbourne, la ausencia del equipo Honda y de sus pilotos, el británico Jenson Button y el brasilero Rubens Barrichello, parecía sentenciada. Sin embargo, Ross Brawn, jefe de equipo de Schumacher durante su etapa en Ferrari, se colocó a la cabeza de un grupo inversor y compró la desaparecida escudería. Así, con un par de autos escasamente probados y sin sponsors, llegó el nuevo equipo Brawn GP a Australia. Pero lo mejor estaba por llegar. El británico logró la mejor posición de partida y, ante el asombro del mundo, se alzó con la victoria secundado por su coequiper. Tuvieron que pasar 32 años para que un equipo gane en su primer carrera. Fue el equipo Woolf que, con el sudafricano Jodie Scheckter al volante, triunfó en la apertura del campeonato de 1977, en Argentina. Por otro lado, para encontrar los dos primeros escalones del podio ocupados por pilotos de una escuadra debutante, hay que retroceder hasta 1954, cuando en el gran premio de Reims, Francia Juan Manuel Fangio y Kling marcaron un histórico 1 – 2 con las famosas flechas de plata.
La segunda carrera se disputó en medio de la incertidumbre que generaba el inminente arribo de un aguacero, fenómeno climático que finalmente llegó promediando la competencia. Ante la cantidad de agua caída, las autoridades suspendieron con bandera roja la competencia mientras aguardaban que cese la lluvia. Fueron los mismos pilotos quienes, en una medida poco común, decidieron ponerle fin a la carrera. Faltaban algunos minutos para las 7 de la tarde y la luz comenzaba a escasear, por lo que consideraron que hubiera sido imposible continuar. “O se corre de día o se corre de noche”, sentenció un enojado Felipe Massa en referencia al horario vespertino de largada en los grandes premios asiáticos para que, por diferencia horaria, lleguen en la mañana europea y no en la madrugada. Como no llegaron a disputarse el 75 por ciento de las vueltas, se otorgaron la mitad de los puntos habituales. Fue la competencia más corta desde el gran premio australiano de 1991, carrera que también se había suspendido por la lluvia. En 60 campeonatos de Fórmula 1, sólo cuatro carreras fueron suspendidas por razones meteorológicas.
Ferrari y Mc Laren parecen estar pagando las consecuencias de la definición del ultimo torneo. Mientras sus técnicos e ingenieros focalizaban su atención en quien se calzaría la corona, los restantes equipos ya desarrollaban sus nuevos autos. a el campeón. Hoy, Ferrari no tiene puntos y Mc Laren pena con un modelo que no está a la altura de las circunstancias.
Por otra parte, el retorno de las gomas lisas, reemplazadas en 1998 por las llantas ranuradas con el fin de disminuir la velocidad de los bólidos, y el nuevo dispositivo que le permite al piloto modificar desde el habitáculo la posición de los alerones delanteros, elementos sobre los que tuvo control sólo por un par de temporadas a fines de la década de 1960, dan cuenta que la organización propicia una nueva categoría donde el conductor recupere el protagonismo perdido tras los años de vorágine electrónica, donde se vieron relegados por la tecnología de sus autos.
Este fin de semana se corre el gran premio de China. Largará primero Sebastián Vettel, un joven veintenero que tiene escasas 20 carreras en la categoría pero acumula 2 poles, la anterior fue en Monza el año pasado, y ostenta el record de ser el piloto más joven en ganar. Con sólo 19 años, triunfó en Italia. Será el tercer round de una pelea cuyo final parece mas incierto que nunca.

viernes, 17 de abril de 2009

Desde Portugal, lo mejor del Bafici


“Aquele querido mes de agosto”, la película portuguesa dirigida por Miguel Gomes, fue, finalmente, la que se hizo acreedora de la competencia internacional del onceavo Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI).
Durante sus 147 minutos de duración, el film entremezcla documental y ficción al mostrar las distintas celebraciones festivas que suceden en agosto, cuando las familias se van de vacaciones, en los pueblos del interior de Portugal y centrándose, al mismo tiempo, en un triángulo amoroso que le aporta un tinte melodramático a la historia.
Respecto a esta superposición de géneros, Gomes reconoció en una entrevista para el diario Clarín que “la gente no entiende qué fue improvisado y qué no” y explica que su intención era “combinar el mundo realista con el de fantasía para probar que cualquiera puede ser una estrella”.
El portugués que tiene ya un gran vínculo con el Bafici desde que presentó su primer producción en el año 2000, fue además, protagonista de una retrospectiva que incluyó seis cortometrajes y su primer largo, “La cara que merece”.
“Aquele querido mes de agosto”, que también recibió premios en San Pablo, Valdivia y Viena, será estrenada en la Argentina por la distribuidora Zeta Films. “Ojalá que pueda ser este año”, concluyó entusiasmado el director.

martes, 14 de abril de 2009

Refrito Festivalero (segunda parte)



Hoyts Abasto. 13:30hs. Tony Manero (Chile– 2008 – 98´). Dirección: Pablo Larraín. Guión: Pablo Larraín, Alfredo Castro, Mateo Iribarren
Los premios cinematográficos suelen resultar una catapulta al éxito tanto para el director y los actores, que acumulan prestigio y renombre, como para los (contadores de los) productores, quienes obtienen jugosos dividendos extras y redondean el negocio perfecto. Por otro lado, resulta difícil para el público, entrenado o no en el arte de ver películas, resistir la carnada comercial que significa ver “la ganadora de”, “la nominada a” o “la premiada en”. Sin embargo, los subjetivos criterios de análisis, la conjunción de sentimientos que provoca el cine y los gustos personales de los selectos miembros de un jurado difícilmente coincidan con los de los futuros espectadores, por lo que esos reconocimientos se transforman en generadores de expectativas y no en garantía de calidad. Sólo así se explican los 21 lauros cosechados en más de una treintena de festivales que obtuvo la chilena Tony Manero. La segunda película de Pablo Larraín, centra la narración en el lacónico Raúl Peralta (Alfredo Castro), un extraño ser cuya ocupación es, como el mismo la define, bailar como el personaje de John Travolta en Fiebre de Sábado por la Noche. La ubicación en espacio y tiempo (Chile en la década del 70) invitaba a una reflexión sobre las motivaciones de una generación sumida en el terror, con libertades coartadas y sus sueños rotos; o al menos algún pensamiento acerca del rol del cine en los oprimidos y en quienes transpolan su vida hacia la pantalla grande. Pero no, el director de Fuga opta por reducir todos esos matices a diversos actos truculentos (y) o sexuales: para representar la soledad, el protagonista se masturba; el sometimiento lo emparienta con el sexo oral y la desilusión sobre la dura realidad con la excrementación sobre un traje blanco. Mucha simplificación, demasiada chatura y excesiva crudeza para una película que no está a la altura de las circunstancias, ¿o sí?


Hoyts Abasto. 14:00hs. Apology of an Economic Hitman (Grecia– 2008 – 90´). Dirección: Stelios Koul. Guión: Stelios Koul
La grilla de programación invitaba a ver una película donde “habla a un asesino a sueldo, un mercenario al servicio de intereses estadounidenses, quien revela mecanismos aterradores”. Sí, John Perkins describe con precisión los “aprietes” que hizo en Ecuador y Panamá entre fines de los 70 y comienzos de los 80, pero como si no fuera suficiente con su rimbombantes frases, el director griego Stelios Koul ilustra las aventuras del hitman económico con una recreación berreta que se compone de escenas absurdas, torpes y por momentos hilarantes (ver sino el mercenario apretando su habano contra el cenicero en señal de amenaza hacia el mandatario ecuatoriano Jaime Roldós). Cuando la película (y la moral del protagonista) ya están por el piso, Koul dispara el tiro gracia enfrentando a Perkins con un auditorio circular (“te van a ver de todos lados”, le advierten al apenado matón antes de entrar) repleto de enardecidos ecuatorianos dispuestos a recriminarle la brutalidad de su accionar. Él pide perdón, exterioriza su arrepentimiento y fin. Al comenzar los créditos, la sensación es que no vimos un documental, sino una sesión de catarsis entre el redencionado mercenario y su psicólogo director.

viernes, 10 de abril de 2009

Refrito Festivalero (primera parte)


Ya sin ojeras tras diez dias a puro cine, aquí van algunas críticas de las películas más destacadas del último Bafici.


Hoyts Abasto. 19:45hs. El niño pez (Argentina y España– 2009 – 96´). Dirección: Lucia Puenzo. Guión: Lucia Puenzo

Hay un punto clave a partir del cual se hace imposible tomarse en serio a “El niño pez”, un quiebre que tiene el nombre y apellido de un otrora galán icónico de telenovelas, tanto de aquí como del resto del continente: Arnaldo André. Hasta su aparición, Lucía Puenzo construye una película sólida y atrapante, un thriller bien filmado y mejor ambientado (por momentos, la mansión donde transcurre gran parte de la historia se transforma en otro personaje, remitiendo a la tensa calma de La Ciénaga) que narra la relación amorosa entre Lala (Ines Efrón), la hija adolescente de un importante juez, y la criada paraguaya que trabaja en la lujosa casa donde viven, la Guayi (Mariela Vitale, Emme, una grata sorpresa que demuestra ser mucho más que “la hija de Lito Vitale”). Ellas sueñan con escaparse a Paraguay y construir su casa a orillas del lago donde habita el niño pez de la leyenda que da título a la película, pero algo imprevisto ocurre, entra en escena el padre la Guayi (André) y sus sueños, junto con la película, se caen a pedazos.
Quizás el protagonista de Piel Naranja apostó a dejar atrás las cachetadas y las discusiones con Luisa Kuliok”, pero si para probarse de “actor serio” elige interpretar a un galán cuyo nombre artístico es Sócrates Espina (sí, Sócrates Espina), que tuvo su momento de fama 15 años atrás y que mira los tapes de sus apariciones televisivas y repite de memoria los diálogos, la decisión parece desacertada. Quizás, al llegar a los 65 años, André se dio cuenta que es hora de pasarla bien, de disfrutar los lauros cosechados y de reírse un rato de sí mismo y de su trayectoria, lo cual es respetable y hasta simpático, sólo que El niño pez no era el lugar indicado para eso.

Hoyts Abasto. 20:15hs. Derrière moi (Canada– 2008 – 87´). Dirección: Rafaël Ouellet. Guión: Rafaël Ouellet

Tras la presentación de la pequeña pero hermosa Le Cèdre penché en el panorama musical del Bafici 2008, Rafaël Ouellet se vislumbraba como un director a tener en cuenta. Su opera prima, centrada en la (re)construcción del vínculo entre dos hermanas que se reencuentran tras la muerte de su madre, una cantante de renombre en la zona de Québec, se apoyaba en tres pilares fundamentales: la música como transmisor y liberador de sentimientos; las dos protagonistas, capaces de emocionar tan sólo con sus voces y sus ojos, y las inhóspitas tierras del noroeste canadiense.
Derrière moi mantiene esos pilares pero, aunque es una buena película, no alcanza la calidad de su predecesora. Nuevamente son dos mujeres la que construyen una relación, pero en este caso no hermanas, sino la forastera Betty ( la bella Carina Caputo) y la joven puritana empleada del bar del pueblo, Léa (Charlotte Legault). Entre las dos, comenzaran una simbiótica amistad donde florecerán el maternalismo en la primera, y la sexualidad en la segunda. Es cuando se establecen esos vínculos que la película comienza a decaer, cuando Ouellet abandona la sutileza y la tranquilidad de LCP para trasladar el desenlace de la historia hacia la opresivo y viciado ambiente nocturno de los cabaret y prostíbulos. El final de su opera prima era esperanzador y feliz: el vínculo recompuesto y las hijas cantando a dúo sobre el disco de su madre. En DM, poco y nada queda de ese desenlace optimista. Aquí no hay posibilidad de mantener unidos lazos ya que jamás existieron.