viernes, 1 de mayo de 2009

Los desconocidos de siempre


El rostro de Diego Trerotola luce extenuado y su cuerpo, retacón y fornido, parece agotar sus últimas fuerzas en cada caminata por los pasillos del populoso shopping Abasto, punto neurálgico del Bafici. Y no es para menos: Con más de 400 películas en 20 salas, participar en la organización del festival de cine independiente de Buenos Aires le causa placer y felicidad, pero le exprime al máximo sus energías.
En la previa, él fue uno de los siete programadores encargados de recorrer muestras y buscar el material audiovisual para luego distribuirlo en las diferentes secciones. Durante la vorágine festivalera, se ocupa de las “relaciones institucionales con dirigentes de otras muestras, directores y productores independientes”.
Entre presentaciones formales con invitados y charlas con sus colegas, este crítico de cine reconoce la delgada línea que separa sus oficios. “Hay una parte que es común, pero tengo que pensar en un sentido amplio. Creo que el Bafici va mas allá de la calidad, no debería mostrar sólo películas buenas sino que tengan también algo interesante, que los espectadores piensen qué es una película, qué es el cine y qué es un festival”.
Con Tony Manero en la competencia internacional, varios largometrajes en las secciones paralelas y una retrospectiva de los documentalistas Bettina Perut e Iván Osnovikoff, la filmografía “revelación” de 2009 parece ser la chilena. Sin embargo, pese a que reconoce que ese cine “mostró sus garras”, el redactor de El Amante mantiene algunos reparos. “Si bien eso es lo más notorio, también hay pequeños focos. Es el año del cine chileno, pero también es el año de dos películas indonesas, que es casi una novedad en el Bafici, con una de ellas en competencia. Hay pequeños y grandes descubrimientos que son importantes por que ambos valen. Quizás son más importantes las dos indonesas que todas las chilenas. Hay que tratar de descubrir e iluminar zonas”.
A la hora del balance artístico, este fanático de las películas de terror ochentosas no duda: “Es muy positivo. Se generaron discusiones, hubo diversidad y más participación y entusiasmo en la gente. Este evento tiene que tener una tensión y abrir debates sobre cultura, estética, cine y políticas públicas; tiene que generar un encuentro de las películas entre sí y con la gente”.
Pero no sólo en materia cinematográfica el saldo es positivo. Este año, el festival inauguró el nuevo Meeting Point en un edificio restaurado a 50 metros del Abasto. Hasta 2008, ese espacio destinado a las actividades periodísticas y protocolares estaba dentro del shopping. “Sin dudas que el Bafici sigue creciendo”, concluye Trerotola antes de excusarse y partir raudamente a la presentación de una película. Son los gajes del oficio.

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